Gobernanza y observabilidad en la nube: Los cimientos de unas cargas de trabajo eficientes

Durante la última década, la adopción masiva del cloud por parte de las diversas organizaciones ha revolucionado la forma en que los equipos de TI gestionan su infraestructura. Sin embargo, con esta transformación también surgen nuevos desafíos. Por ejemplo, la necesidad de establecer una sólida gobernanza y una observabilidad efectiva en las aplicaciones y cargas de trabajo que permita mantener el control de estas.

Hoy hablamos de cómo la Gobernanza y observabilidad en la nube: Los cimientos de unas cargas de trabajo eficientes se han convertido en pilares fundamentales para garantizar la eficiencia en las operaciones de cualquier organización.

Gobernanza y observabilidad en la nube: Los cimientos de unas cargas de trabajo eficientes

¿Qué es la gobernanza?

En el contexto de la infraestructura en la nube, la gobernanza hace referencia a la implementación de políticas, normativas, controles y prácticas que regulan y optimizan el uso de los recursos. Además, todas estas políticas deben ir alineadas con la estrategia de la compañía y deben entenderse como un proceso de mejora continua para hacer frente a un ecosistema que evoluciona a un ritmo vertiginoso. Esto es esencial para mantener la seguridad de los datos, asegurar el cumplimiento de regulaciones y maximizar la eficiencia de costes. Algunos ejemplos de políticas en esta dirección son la correcta asignación de jerarquías de acceso basadas en estrategias de permisos mínimos y la implementación de roles, la monitorización constante de los gastos y la automatización de la escalabilidad para evitar desperdicios de recursos.

Esta gobernanza no es posible sin una buena estrategia de observabilidad que permita tener una visión transversal de todo lo que ocurre en la tecnología que soporta el core business de la compañía. Cuando hablamos de la observabilidad de entornos cloud, vamos más allá de la simple monitorización tradicional que nos permite detectar si hay algún elemento o sistema cuyo funcionamiento no es adecuado. Se trata de comprender los motivos por los cuales tenemos un nivel de rendimiento u otro, así como el comportamiento de los sistemas y las aplicaciones a través de una combinación de registros, trazas y métricas. Esta visión holística permite detectar problemas y optimizar el rendimiento de manera proactiva, evitando la simple reactividad de los sistemas de monitorización más tradicionales que no actúan en base a la anticipación.

Cuando se empiezan a adoptar estrategias en esta dirección, es crucial implementar sistemas que permitan mantener una visión de 360 grados sobre las cargas de trabajo y no limitarse simplemente a la telemetría del hardware tradicional.

Una correcta observabilidad empieza desde el momento que se planea y provisiona la infraestructura, teniendo en cuenta factores como el inventario y la clasificación de los recursos. Esta infraestructura desplegada debe ser monitorizada no solo desde el punto de vista técnico, sino también desde un punto de vista financiero, teniendo presente la optimización de costes. Además, debe tener en cuenta y controlar las configuraciones de los activos y los accesos a los mismos, permitiendo una trazabilidad completa que permita que, en caso de un incidente de seguridad, comprendamos los motivos por los cuales ese recurso ha podido ser vulnerado. Este control debe ser extendido también a las aplicaciones desplegadas sobre esa infraestructura y que son las que finalmente facilitan el negocio de la compañía, anticipando cualquier evento que impida que la experiencia de usuario y la disponibilidad cumplan con los estándares definidos.

Llegados a este punto, es importante resaltar que la aplicación de estas estrategias no debe limitarse simplemente a recopilar datos.

Almacenar cientos de GB de información diarios no nos garantiza una comprensión mejor de nuestra infraestructura y cargas de trabajo. Lo verdaderamente importante es cómo consumimos y explotamos esos datos que nos permitan esa mejor comprensión de nuestros entornos y que nos abran la puerta a aplicar las políticas de optimización necesarias ya sean a nivel técnico como de lógica de negocio en nuestras arquitecturas y aplicaciones.

En los modelos de arquitectura actuales, tenemos cientos de fuentes de información diferentes que nos permiten hacer esa ingesta de datos. Tenemos telemetría del hardware, logs de aplicación, sistema, red, que además usualmente provienen de diferentes fuentes distintas. También es habitual contar con software APM que monitoriza el propio rendimiento específico de las aplicaciones y que nos aporta datos más concretos. Asimismo, los proveedores cloud aportan una cantidad ingente también de métricas, ya no solo de la arquitectura sino también de la capa de gestión que permite las operaciones diarias sobre las infraestructuras.

Dentro de nuestra estrategia de observabilidad, resulta crítico centralizar, en la medida de lo posible, filtrar y automatizar el tratamiento de toda esta información para poder tener la inteligencia suficiente a nuestra disposición para adelantarnos a los problemas que puedan surgir. Existen diversas herramientas en el mercado (muchas de ellas opensource) que facilitan esta labor y simplifican la gobernanza de las infraestructuras. Además, los fabricantes y «vendors» llevan tiempo implementando funcionalidades basadas en inteligencia artificial que sin duda abren un nuevo horizonte de posibilidades en este ámbito.

Encontrar las herramientas que mejor se adapten a la organización es una tarea que condicionará la implementación futura de estrategias y en la cual conviene invertir cuanto tiempo sea necesario.

La implantación de una estrategia de observabilidad adecuada no está exenta de desafíos, que se han visto maximizados con los modelos de arquitecturas distribuidas multi- cloud y multi-regionales que se siguen en la actualidad, que, además, son altamente escalables, lo que dificulta aún más la supervisión y control de los recursos. Para superar estos desafíos, las organizaciones deben invertir tiempo en comprender y estudiar el comportamiento de sus entornos e invertir en herramientas que permitan llevar una estrategia unificada siguiendo las mejores prácticas. En este ámbito no hay atajos posibles y comprender nuestras necesidades es un paso previo indispensable a la hora de definir, implementar y auditar los diferentes controles.

Sin duda, el esfuerzo bien merece la pena y el ROI está asegurado. Una implementación efectiva de estrategias sólidas de observabilidad y gobernanza de nuestros entornos cloud trae consigo una serie de beneficios concretos.

En primer lugar, la detección temprana de problemas y la resolución rápida de incidencias ayudan a minimizar el tiempo de inactividad, maximizar SLA’s y optimizar la experiencia de los usuarios y clientes. A su vez, una gobernanza sólida ayuda a garantizar la seguridad de los datos. También al cumplimiento de regulaciones, fundamental en arquitecturas distribuidas que están en constante evolución.

Por último, la combinación de estrategias de gobernanza y observabilidad permiten la toma de decisiones basada en datos. Esto conduce a una infraestructura más ágil y eficiente en costes y evita el desaprovechamiento de recursos y tiempo.

En definitiva, la gobernanza y la observabilidad en la infraestructura y las aplicaciones son componentes esenciales para lograr que las cargas de trabajo se desarrollen de forma exitosa y eficiente, permitiendo a su vez que estén alineadas con las necesidades de negocio.

La agilidad y la innovación inherentes a los entornos cloud solo pueden exprimirse plenamente cuando se gestionan con responsabilidad y se supervisan de manera efectiva. A medida que las organizaciones continúan su camino hacia la innovación y transformación de sus procesos, tener una infraestructura tecnológica lo más eficiente posible. También segura y robusta, se convierte en uno de los principales pilares que sustentan su éxito continuo.

Gobernanza y observabilidad en la nube: Los cimientos de unas cargas de trabajo eficientes.